miércoles, 23 de noviembre de 2011

El planeta exiliado que salvó a la Tierra

Hace 600 millones de años, cuando el Sistema Solar aún era joven, los planetas se dejaban guiar por una órbita afectada por una enorme estabilidad dinámica; danzaban alocadamente por el Universo con grandes posibilidades de impactar unos con otros o de ser expulsados del Sistema Solar.  De hecho, la Tierra hubiera sido una de las elegidas  para ser destruida de no ser por la existencia de un extraño planeta que se “sacrificó” por ella…





Podemos saber esto gracias a las investigaciones de David Nesvorny, astrónomo que recientemente ha publicado su estudio en The Astrophysical Journal Letters. Nesvorny y su equipo han basado sus investigaciones en el análisis de los cuerpos celestes pertenecientes al cinturón de Kuiper,  un conjunto de cuerpos que orbitan más allá de Neptuno y que podrían definirse como los exiliados del Sistema Solar. También centraron su estudio en los impactos y los cráteres que posee La Luna.

A través de simulaciones informáticas de un primigenio Sistema Solar pudieron descubrir que los planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano) poseían unas orbitas totalmente diferentes e inestables que provocaban la libertad de movimiento sin patrón de estos cuerpos y de otros menores, de los cuales algunos chocaron con La Luna, ocasionando sus cráteres. Pero a nosotros nos interesa la órbita de un planeta en concreto, Júpiter, que provocó  la expulsión de numerosos cuerpos rocosos al cinturón de Kuiper mientras él se movía lentamente hacia el interior de nuestro Sistema. Pero esta teoría presenta algunos inconvenientes: la órbita de Júpiter, siguiendo el movimiento planteado en la simulación hacia el interior, debería haber provocado la colisión de la Tierra con Marte o con Venus, cosa que sabemos a la perfección que no ocurrió. Para resolver este misterio, Nesvorny continuó con sus estudios y descubrió que debido a la inestabilidad dinámica, Júpiter sufrió un cambio muy brusco en su órbita produciendo un gran salto del planeta. Este salto, según las simulaciones, debía de expulsar a Urano o a Neptuno del Sistema Solar.

Entonces, el astrónomo, conocedor del gran número de planetas que flotan libremente en el espacio interestelar y  del cinturón de Kuiper, probó en sus simulaciones añadir un quinto planeta gigante con masa similar a los demás. ¡La cosa encajaba a la perfección! El gran salto de Júpiter exilió del Sistema Solar al quinto planeta gigante, logrando de esta manera la no-colisión de la Tierra ni el exilio de los demás planetas, además de indicar que la eyección planetaria, es casos como este, puede llegar a ser posible.


martes, 22 de noviembre de 2011

Los lagos de Europa

Recientes investigaciones han confirmado algo que se llevaba planteando durante años: la existencia de lagos acuáticos bajo Europa. Y no estamos hablando del continente en el que vivimos, sino del satélite del planeta más grande de nuestro Sistema Solar, a saber, Júpiter y su luna Europa.



El descubrimiento ha sido realizado por los científicos de la Universidad de Texas y publicado en la reviste Nature de ciencia, tras una investigación que se inició en 1989 con la nave espacial Galileo. La misión consiguió imágenes y pruebas de Júpiter y su sistema planetario que los científicos han tardado más de una década en analizar completamente.

Europa posee un gran número de fracturas en el hielo de su superficie, las cuales son visibles desde el espacio y que siempre han supuesto un misterio para los investigadores. Algunos mantenían la postura de que, efectivamente existía agua bajo la misma capaz de fracturar las enormes masas de hielo, similares a icebergs. Otros, por el contrario, creían imposible que el agua fuera la causa de esto debido al enorme grosor del hielo. Pero después de unos estudios, contrastados con las pruebas conseguidas, realizados en las plataformas heladas de la Antártida, han confirmado el porqué de este misterio. La investigación indica que se trata de agua tan caliente que es capaz de lograr la fracturación del hielo. Además, esta se encuentra a menos de 3 kilómetros bajo la corteza de la luna. Debido al calor que emite el agua subterránea, se provoca la fusión de la corteza helada, derritiéndola y provocando las grietas. Según las declaraciones de Paul Schenk del Instituto Planetario y Lunar de Houston, “se calcula que hay entre 20.000 y 60.000 km cúbicos de agua, equivalente a la de los grandes lagos americanos”.


Lo más interesante del asunto es que, tal cantidad de agua y a tal temperatura hacen factible la investigación en busca de la posible vida en el satélite. Solo queda esperar a que nuevas misiones indaguen más a fondo lo que podría ser un gran e importante descubrimiento.



martes, 8 de noviembre de 2011

De paseo por el cielo terrestre



Si esta noche, cuando estén en sus camas a punto de dormir, sienten vibrar el suelo o escuchan algo en el cielo no se preocupen, posiblemente solo sea un asteroide.




En concreto, recibe el nombre de 2005 YU55, asteroide, también llamado planetoide o planeta menor, que hoy saludara a la Tierra en su largo viaje por el Universo.  De hecho pasará a una distancia  de 324,600 kilómetros, menor que la existente de nuestro planeta a la Luna. A esta distancia, el evento supone una oportunidad única para la investigación del mismo y el estudio de su composición, cuyo seguimiento comenzó el pasado 4 de noviembre y finalizará el 10. Por lo que de momento se ha podido descubrir, el cuerpo  mide 400 metros de anchura, posee una forma esférica y gira sobre sí mismo en un periodo de aproximadamente 18 horas.


Para aquellos que se pregunten si hay alguna posibilidad de amenaza a la Tierra pueden estar tranquilos; solo aquellos que posean un diámetro superior al kilometro tienen la posibilidad de destruir el planeta, cosa que sucedió en la época de los dinosaurios y condujo a su extinción. A pesar de la cercanía del planetoide, Fernando Jáuregui, astrofísico del Planetario de Pamplona, argumenta que no existen peligros de colisión.  "Los asteroides rodean el Sol y cada cierto tiempo coinciden con algún planeta, cada uno se desplaza en su órbita así que lo que ocurrirá el próximo martes es que se cruzarán y cada uno seguirá su camino" ha explicado. De hecho, la influencia gravitatoria del asteroide no influenciara ni a mareas ni a placas tectónicas.

La Tierra no tiene la oportunidad de encontrarse con algo similar desde 1976, cuando un asteroide paso a casi la mitad de distancia que existe entre nosotros y la Luna y que, además, no fue descubierto hasta 24 años después. Y no la volverá a tener hasta 2028, siguiente aproximación conocida. Por su parte, el viajero rocoso, que transita los caminos entre la Tierra, Venus y Marte, no tiene el placer de asomarse tan cerca de un planeta mayor desde hace 200 años.

Aunque solo será visible con telescopios de tamaño medio, 2005 YU55 brillará tanto como si de una estrella “magnitud 11” se tratase  y se dará un paseo por nuestros cielos esta noche a las 00:28 (hora en España).

jueves, 3 de noviembre de 2011

El lienzo del Cosmos


A veces el Universo nos deja ver imágenes espectaculares, tales que parecen estar pintadas por un profesional de lo onírico que plasma en un lienzo aquello que puede ver en sus sueños. Algo así podemos ver si nos acercamos al interior de la constelación Casiopea.

Esta agrupación de estrellas es una de las mas fáciles de vislumbrar en el cielo de otoño gracias a la característica forma de “W” que forman sus cinco astros mas brillantes: β Cas, α Cas, γ Cas, δ Cas y ε Cas; es mas, esta constelación es circumpolar boreal, es decir, siempre visible desde  cualquier punto por encima del horizonte septentrional a partir de 45º de latitud norte, latitud de ciudades como Londres o Berlín.

En el centro de la “W” esta situada la estrella γ “Gamma” Casiopea, posiblemente la más importante de toda la constelación, capaz de rotar a 300 kms por segundo. También llamada Tsih y situada a 600 años luz del Sistema Solar, esta subgigante de color azul es capaz de brillar 70.000 veces mas que el Sol, siendo en su máxima intensidad la estrella mas brillante de toda la agrupación. Bajo la influencia de la radiación ultravioleta ionizante que desprende, es capaz de formar las nebulosas IC 59 e IC 63 a 3-4 años luz de distancia, creando una imagen espectacular:




A la derecha se encuentra la nebulosa IC 63, dominada por la luz H-alfa roja que emite a medida que los átomos de hidrogeno ionizados se mezclan con electrones. Mas alejada a la izquierda está IC 59, de color azul característico de la luz estelar reflejada por el polvo. 

Imágenes tan espectrales como esta que pasan desapercibidas para el ojo humano nos dejan ver las maravillas cósmicas que, a día de hoy, suceden en nuestro Universo.



Dos Soles para un Planeta




Se llama Kepler-16b, se encuentra a 200 millones de años luz de la Tierra y posee la peculiaridad de orbitar no uno, sino dos soles. Este fabuloso planeta ha sido descubierto por el observatorio espacial Kepler de la NASA y es catalogado como el primer sistema circumbinario (que orbita dos estrellas) hallado por el ser humano.

Si pudiéramos comparar la composición de Kepler-16b con algo conocido eso sería Saturno, puesto que roza la similitud en cuanto a tamaño y masa. Además, es bastante frío con una temperatura que oscila entre los 100 – 150 grados, cosa que hace que su habitabilidad sea muy complicada.

Según los científicos de la revista Science, las dos estrellas de este planeta o “exoplaneta” (puesto que no pertenece al Sistema Solar) son bastante peculiares; la más pequeña, una enana roja que posee el 20% de la masa de nuestro Sol, orbita a la más grande, una enana naranja con una masa del 69%, cada  41 días. El planeta completa la vuelta alrededor de sus soles cada 229 días terrestres.

Dar con este sistema binario no fue una tarea sencilla para los astrónomos del Instituto Carnegie y el Centro Carl Sagan para el Estudio de la Vida en el Universo. Según explican, primero encontraron las dos estrellas, gracias al telescopio espacial Kepler, entre 155.000 estrellas más. Los astrónomos se percataron de que los dos astros se eclipsaban mutua y periódicamente. El brillo que produce el eclipse es detectable desde la Tierra, pero algo no encajaba; el cambio de brillo que se producía se hacía también cuando no estaban en posición de eclipse. Este fenómeno les hizo llegar a pensar que existía un tercer cuerpo en discordia que cuando pasaba por delante de estas estrellas se delataba. Al encontrarse los astros en diferentes posiciones en su órbita cada vez que el cuerpo misterioso aparecía, descubrieron que daba vueltas alrededor de las dos estrellas. De esta manera hallaron a al planeta y lo bautizaron con el nombre de Kepler-16b. “Una vez más se ha demostrado que algo que parecía ciencia ficción puede convertirse en realidad”, declara Alan Boss, investigador del Instituto Carnegie.

Cabe imaginar lo espectacular que sería disfrutar de un atardecer en este planeta, cosa que, para los tiempos que corren, es algo imposible. Pero siempre nos quedara el soñar con algo tan increíble.