Hace 600 millones de años, cuando el Sistema Solar aún era joven, los planetas se dejaban guiar por una órbita afectada por una enorme estabilidad dinámica; danzaban alocadamente por el Universo con grandes posibilidades de impactar unos con otros o de ser expulsados del Sistema Solar. De hecho, la Tierra hubiera sido una de las elegidas para ser destruida de no ser por la existencia de un extraño planeta que se “sacrificó” por ella…
Podemos saber esto gracias a las investigaciones de David Nesvorny, astrónomo que recientemente ha publicado su estudio en The Astrophysical Journal Letters. Nesvorny y su equipo han basado sus investigaciones en el análisis de los cuerpos celestes pertenecientes al cinturón de Kuiper, un conjunto de cuerpos que orbitan más allá de Neptuno y que podrían definirse como los exiliados del Sistema Solar. También centraron su estudio en los impactos y los cráteres que posee La Luna.
A través de simulaciones informáticas de un primigenio Sistema Solar pudieron descubrir que los planetas gigantes (Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano) poseían unas orbitas totalmente diferentes e inestables que provocaban la libertad de movimiento sin patrón de estos cuerpos y de otros menores, de los cuales algunos chocaron con La Luna, ocasionando sus cráteres. Pero a nosotros nos interesa la órbita de un planeta en concreto, Júpiter, que provocó la expulsión de numerosos cuerpos rocosos al cinturón de Kuiper mientras él se movía lentamente hacia el interior de nuestro Sistema. Pero esta teoría presenta algunos inconvenientes: la órbita de Júpiter, siguiendo el movimiento planteado en la simulación hacia el interior, debería haber provocado la colisión de la Tierra con Marte o con Venus, cosa que sabemos a la perfección que no ocurrió. Para resolver este misterio, Nesvorny continuó con sus estudios y descubrió que debido a la inestabilidad dinámica, Júpiter sufrió un cambio muy brusco en su órbita produciendo un gran salto del planeta. Este salto, según las simulaciones, debía de expulsar a Urano o a Neptuno del Sistema Solar.
Entonces, el astrónomo, conocedor del gran número de planetas que flotan libremente en el espacio interestelar y del cinturón de Kuiper, probó en sus simulaciones añadir un quinto planeta gigante con masa similar a los demás. ¡La cosa encajaba a la perfección! El gran salto de Júpiter exilió del Sistema Solar al quinto planeta gigante, logrando de esta manera la no-colisión de la Tierra ni el exilio de los demás planetas, además de indicar que la eyección planetaria, es casos como este, puede llegar a ser posible.
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