Se llama Kepler-16b, se encuentra a 200 millones de años luz de la Tierra y posee la peculiaridad de orbitar no uno, sino dos soles. Este fabuloso planeta ha sido descubierto por el observatorio espacial Kepler de la NASA y es catalogado como el primer sistema circumbinario (que orbita dos estrellas) hallado por el ser humano.
Si pudiéramos comparar la composición de Kepler-16b con algo conocido eso sería Saturno, puesto que roza la similitud en cuanto a tamaño y masa. Además, es bastante frío con una temperatura que oscila entre los 100 – 150 grados, cosa que hace que su habitabilidad sea muy complicada.
Según los científicos de la revista Science, las dos estrellas de este planeta o “exoplaneta” (puesto que no pertenece al Sistema Solar) son bastante peculiares; la más pequeña, una enana roja que posee el 20% de la masa de nuestro Sol, orbita a la más grande, una enana naranja con una masa del 69%, cada 41 días. El planeta completa la vuelta alrededor de sus soles cada 229 días terrestres.
Dar con este sistema binario no fue una tarea sencilla para los astrónomos del Instituto Carnegie y el Centro Carl Sagan para el Estudio de la Vida en el Universo. Según explican, primero encontraron las dos estrellas, gracias al telescopio espacial Kepler, entre 155.000 estrellas más. Los astrónomos se percataron de que los dos astros se eclipsaban mutua y periódicamente. El brillo que produce el eclipse es detectable desde la Tierra, pero algo no encajaba; el cambio de brillo que se producía se hacía también cuando no estaban en posición de eclipse. Este fenómeno les hizo llegar a pensar que existía un tercer cuerpo en discordia que cuando pasaba por delante de estas estrellas se delataba. Al encontrarse los astros en diferentes posiciones en su órbita cada vez que el cuerpo misterioso aparecía, descubrieron que daba vueltas alrededor de las dos estrellas. De esta manera hallaron a al planeta y lo bautizaron con el nombre de Kepler-16b. “Una vez más se ha demostrado que algo que parecía ciencia ficción puede convertirse en realidad”, declara Alan Boss, investigador del Instituto Carnegie.
Cabe imaginar lo espectacular que sería disfrutar de un atardecer en este planeta, cosa que, para los tiempos que corren, es algo imposible. Pero siempre nos quedara el soñar con algo tan increíble.
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